NOTA DEL AUTOR:
He decidido incluir este texto en dos categorías: Curiosidades y Opinión, porque mi punto de vista acerca de lo que implica el cambio de hora no es del todo objetivo, por tanto, que nadie se extrañe ni se sienta ofendido si descubre que la forma de escribir no es precisamente favorable al mencionado "cambio de hora". Intentaré de todos modos, expresarme de la manera más neutra posible para que los posibles interesados en informarse acerca de este evento puedan hacerlo más allá de posibles opiniones.
Antes que nada, conviene remontarse a la explicación más o menos científica que provoca la necesidad de plantearse este cambio:
El movimiento de la Tierra en su giro en torno al Sol, provoca que la distancia e inclinación de los rayos que nos llegan de éste varíen a lo largo del año, variando así la duración de las horas de luz solar y también de la intensidad con la que esta nos llega. Estas variaciones que repiten año tras año a medida que la Tierra va recorriendo su ciclo en torno al Sol, derivan en lo que llamamos las estaciones del año.
A lo largo de la historia, muchas civilizaciones, incluyendo la egipcia y la romana, comenzaron a plantearse la manera de ajustar los horarios de manera que se pudiera aprovechar al máximo las horas de luz solar a lo largo de las distintas estaciones. En estas épocas se dividían las horas de luz en 12 periodos de igual duración, de manera que estos periodos eran más largos en verano y más cortos en invierno. Pero al no existir una uniformidad horaria era bastante complejo ponerse de acuerdo en cuestiones relativas al tiempo.
No fue hasta casi finales del siglo XVIII, concretamente en 1874, cuando Benjamin Franklin, famoso inventor estadounidense muy conocido por sus investigaciones sobre la electricidad, realizó un escrito basado en la costumbre de los parisinos, de levantarse más temprano en épocas invernales para aprovechar más horas de Sol. En este escrito comentaba las hipotéticas ventajas de adelantar el inicio de la jornada laboral en épocas invernales. Aunque aún faltarían algunos años para que surgiera la posibilidad de llevar a cabo este convenio. ya que ni siquiera en la Europa de finales del siglo XVIII existía aún una uniformidad horaria suficiente para llevar a cabo el proyecto de Franklin.
Fue el desarrollo del ferrocarril unos pocos años más tarde, concretamente en 1804, el que dió de alguna manera el pistoletazo definitivo a la realización de este proyecto, ya que con la aparición de este medio de transporte, surgió la necesidad de establecer un sistema de horarios eficiente y por tanto de una unificación en la forma de medir el tiempo que se hizo global en poco tiempo.
Sin embargo y pese a la nueva creciente unificación horaria en Europa, no fue hasta 1907 cuando un constructor del Reino Unido llamado William Willett publicó un folleto llamado "La hora de los residuos" en el que fomentaba el adelanto de 80 minutos (1 hora y 20 minutos) de los relojes en verano. De esta manera, se conseguiría más tiempo de aprovechamiento lumínico en las tardes estivales y del ahorro de horas de luz artificial.
Para poder implementar este cambio horario, se planteó que se adelantaría el reloj en abril, atrasándose a su vez el mismo tiempo en septiembre. Asimismo, para aminorar el efecto de este cambio se realizaría siempre en la noche del sábado al domingo, fuera de los horarios laborales.
A raiz de ahí, la idea no dejó de crecer en el Reino Unido. Willett llevó a cabo una feroz campaña en 1908 para intentar convertirla, aunque sin éxito, en un proyecto de ley. En 1909, Winston Churchill, se interesó por la idea, formando parte de la campaña a favor del cambio horario, aunque nuevamente de forma fallida.
Fue, como casi siempre, a raiz de un conflicto bélico, la I Guerra Mundial, cuando se planteó de forma seria la propuesta debido a la necesidad de ahorrar carbón. De esta manera el 17 de Mayo de 1916 se realizó por primera vez el cambio horario en el Reino Unido, aunque Alemania ya había llevado a cabo poco tiempo atrás una medida análoga. Este cambio se adoptó rapidamente por el resto de los paises europeos.
No obstante, pese a las supuestas bondades del cambio horario, mucha gente se manifestó en contra de éste, especialmente tras la conclusión de la I Guerra Mundial. Los trabajadores no concebían las ventajas de tener que levantarse antes en verano para que las industrias ahorrasen dinero, lo que provocó que muchos de los paises que lo habían adoptado renunciasen a él tras la guerra, lo que no sucedió en el Reino Unido, aunque si en Estados Unidos, salvo en unas pocas ciudades.
Tras la II Guerra Mundial, el cambio horario perdió su principal razón de ser, por lo que acabó por ser abolido y olvidado. No obstante, la crisis del petroleo de 1973, hizo renacer la necesidad de las industrias de ahorrar combustible, con lo que se rescató del olvido la propuesta de Willett adoptándose esta vez el cambio horario de forma casi mundial en muy poco tiempo.
Aunque son muchos los defensores de esta política de supuesto ahorro energético y aprovechamiento lumínico, también son muchos los detractores ya que si por un lado resultan evidentes las ventajas de disfrutar de un mayor tiempo de luz durante el periodo estival, también implica que las profesiones que dependen de los ciclos solares, tales como la agricultura y la ganadería tienen graves problemas para adaptarse a él.
Del mismo modo, el incremento del uso de maquinarias computerizadas y ordenadores, los cuales basan su funcionamiento en relojes internos, hacen que sea costoso implementar sistemas que sean capaces de efectuar de forma eficiente las modificaciones horarias para poder funcionar correctamente. Han existido desde la aparición del cambio horario infinidad de errores en todo tipo de industrias a causa de la necesidad de parar la maquinaria para actualizar de forma manual los relojes.
Por otro lado, la no aceptación del cambio de horario u "horario de verano", en todos los paises del mundo, hacen que con la cada vez más creciente globalización se estén produciendo cada vez más problemas para sincronizar los horarios entre oficinas situadas en distintos lugares del globo, asi como en videoconferencias.
Mi opinión, acerca del cambio de horario es más cercana a la de los detractores que a la de los defensores, ya que todas las supuestas ventajas adquiridas durante el cambio horario en periodo veraniego, se esfuman al llegar octubre y encontrarse en plena noche cuando llegan las 6 de la tarde. Lo cual me obliga irremediablemente a encender las luces de mi hogar una hora antes de lo que lo hubiera hecho sin la necesidad de atrasar mi reloj.
Se comenta que con el aminoramiento de la crisis energética, se está nuevamente planteando la desaparición del cambio horario, aunque como los más beneficiados por los efectos beneficiosos de esta medida son las industrias que logran que durante su horario laboral haga falta el menor consumo posible de luz artificial parece dificil que se lleve a cabo la abolición definitiva de esta aberración horaria. ¿Quién sabe?.
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